DIARIO INFORMACIÃN» – 15/07/2013
La falta de presupuesto para completar el proyecto original y las prisas por inaugurar la línea de alta velocidad convierten la estación-término de Alicante en un inmueble frío en el que la mayor parte de los locales comerciales están vacíos y siguen en obras.
La falta de presupuesto, el retraso que sufre el proyecto de la intermodal y la ausencia de ofertas para los locales comerciales, han convertido la estación-término de Alicante en un espacio frío e impropio de una infraestructura –línea de alta velocidad– que ha costado la friolera de 4.000 millones de euros y es, junto al aeropuerto, una de las dos entradas emblemáticas para el turismo, en este caso nacional, que llega a la Costa Blanca, máxime en plena temporada alta, y por la que, si se cumplen, las previsiones del Ministerio de Fomento pasarán al año más de 3 millones de pasajeros sumadas todas las líneas.
Cobijados como pueden bajo la escasa sombra que proporciona el edificio de las taquillas, anexo al viejo vestíbulo, los taxistas de la estación-término de Alicante, la Puerta de Atocha o la Chamartín alicantina, esperan a los clientes mientras el termómetro comienza a subir en una mañana tórrida de julio. La marquesina prometida no llega y, por no tener, no disponen ni de la pequeña infraestructura de protección que tanto les costó conseguir cuando ocupan la otra parada.
Una situación que Adif asegura que se resolverá pronto, pero que constituye un ejemplo de lo que ha sucedido en la estación tras la inauguración de la línea de alta velocidad entre Alicante y Madrid el pasado 18 de junio. A la locura que precedió la llegada del AVE, con cerca de doscientos operarios trabajando, prácticamente, las 24 horas del día, ha sucedido una etapa de ralentización, pese a que todavía faltan muchos flecos por resolver y, sobre todo, actuaciones que den un poco de calor y humanidad a una estación que se ha convertido en un recinto frío y casi inhóspito, pese a que desde hace cuatro semanas es la entrada/salida de Alicante de cientos de pasajeros todos los días.
La escena se repite día a día. Son las 11.05 horas de una mañana cualquiera en la estación de Alicante. Acaba de salir un AVE, y un grupo de pasajeros espera, pacientemente, tras superar el control de equipajes, la salida del Talgo que lleva a Cataluña. En el vestíbulo, un par de operarios supervisan los focos en el techo de la marquesina, mientras dos jóvenes tratan de buscar clientes a los que suscribirles a una línea de crédito, y otra pasea con su mejor sonrisa por el vestíbulo informando sobre parques temático.
A la izquierda, la única cafetería abierta, la misma que funcionaba antes de la remodelación, ha montado su terraza fuera del recinto. A la derecha, siguen en obras, porque tampoco ha habido postores, los locales comerciales y la futura cafetería-icono que conectará el vestíbulo con la nueva terminal del AVE. Junto a ellos una pequeña oficina de cambio de moneda y la librería.
En el centro, un puesto de helados y un pequeño mostrador habilitado por Renfe para informar a sus viajeros completan la escena de un vestíbulo de muchos metros cuadrados donde, por no haber, no hay ni un cartel que identifique al pasajero con el lugar adonde llega.
Y eso que según el único informe hecho sobre la llegada del AVE a Alicante sostiene que generará en la ciudad un movimiento de 70 millones al año, casi todos en el entorno de la propia estación. ¿Estilo Merkel? Ni eso, la estación/término (por algo se denomina así) tan austera que llega a deprimir. ¡Qué lejos quedan los cines, el gimnasio… y hasta un hotel de lujo que se anunciaron cuando se proyectó el AVE!.
Privatización del parking
Por otro lado, Adif anunció ayer la inclusión del parking de la estación (634 plazas sobre una superficie de 18.500 m2 ) en el proyecto para privatizar la gestión de los 72 aparcamientos que tiene Fomento en 51 estaciones, incluida la nueva del AVE en Villena (114 plazas). El importe total es de 66 millones por cuatro años o 136 millones por 10 años. Fomento factura en España 30 millones al año con los parkings.